Me llamo Lidia Clemente y soy fotógrafa de boda; mis cámaras y yo somos pequeñas, discretas, vestimos de negro y no damos órdenes, hacemos posar o incomodamos.

Nos gusta la gente auténtica, para poder observar con asombro los detalles que hacen única a cada pareja, y así poder escaparnos de los reportajes clásicos de bodas. A las tres (mis dos cámaras y yo) nos interesa la historia humana de vuestro día, con todas sus emociones y sorpresas. Sólo necesitamos que nos traten con confianza y que no nos guarden muchos secretos, así podremos estar listas para la acción.

Para conocernos y que sea un intercambio justo, os contaré que soy observadora, reflexiva y un espíritu punk debajo de un montón de timidez. Pesadilla, mi gata negra, me mira fijamente mientras edito fotos de boda y río y lloro a la vez, y mi novio piensa que inventé la contradicción porque en 18 años no le he puesto un anillo. Pero cuento historias, le digo, y sabe que es un trabajo de románticos.

Gracias por dedicarme este tiempo, es vuestro turno para conocernos y saber más acerca de vosotros y vuestra boda.